martes, 16 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD DE LOS ADULTOS

Los árboles están llenos de adornos y esperan que los regalos sean colocados al pie. Las ventanas muestran con orgullo sus intermitentes luces de colores. Las calles comienzan a oler a incienso. La Navidad ha llegado otra vez, y los que la amamos comenzamos a sonreír un poco más: comenzamos a ser felices.
     
     Yo no creo que la Navidad sea de los niños. Para los niños la Navidad es la ocasión perfecta para cobrar, en regalos, la deuda que sus padres han adquirido durante el año. Tengo buenas notas: dame mi regalo. No he jalado ningún curso: dame mi regalo. He sido el mejor deportista: dame mi regalo. Me he portado bien: dame mi regalo. Los niños, negociantes natos, a estas alturas ya han hecho su pedido navideño. Algunos ya saben qué van a recibir y otros tantos saben que se tendrán que conformar con lo más pequeño y lo más barato de sus listas. Los niños, esos incomparables piratas navideños, tienen la entera confianza de que, en diciembre, algo, grande o pequeño, les será entregado. Y saben que algo llegará porque, ¿cómo podría un padre no darle un regalo a su hijo, por más pequeño que sea? El consumismo en el que estamos inmersos ha conseguido que no haya niño que no sepa que va a recibir algo y no haya padre que no conciba darle algo a su hijo. Así las cosas, la mera transacción que implica la Navidad para los niños (yo hago algo y tú me regalas) dista astronómicamente de lo que yo considero mi verdadero sentido de la Navidad. 
     
     Creo que uno aprende a valorar la Navidad cuando es adulto, cuando crece, cuando ya es consciente de que el dar y recibir regalos no es una condición sine qua non, sino, solamente, un adicional de una suma de cosas que depende del tipo de vida de cada persona. 
     
     Creo que la posibilidad de estar con la familia tiene un valor mucho más grande que cualquier aparato electrónico o plataforma de juegos de última generación. Poder ver la sonrisa de un ser querido es invalorable. Darle un regalo a papá o mamá y causarles una sensación entre orgullo y conmoción es inenarrable.
     
     La sociedad nos enseña, desde niños, a sentirnos mal por tener lo que tenemos, porque hay otros que no tienen. Cuando uno crece, esa sensación (estúpida) le da paso a otra que tiene más que ver con la satisfacción, la sensación de ser recompensado por todo lo que se ha hecho durante un año largo. Yo he aprendido a no sentirme mal por tener lo que tengo, sea poco o mucho. Me parece una forma de actuar insana y malvada con uno mismo. Y quizás esa es otra cosa que se disfruta en Navidad cuando uno ya es adulto: la alegría de poder compartir con los demás lo que uno ha podido cosechar con su esfuerzo. 
     
     Juntar tres o cuatro generaciones en una sola casa es algo que solo se aprecia desde la adultez, esa adultez que nos hace decir, cada vez con más frecuencia a los más pequeños: "qué grande estás" o "qué rápido está pasando el tiempo" o "ya estoy viejo". Hacer que los abuelos, hijos y nietos estén juntos es una situación que a los niños, preocupados por sus regalos, no les importa mucho. Es más: no lo aprecian porque es lo normal, es lo natural, es lo que siempre ha sucedido. Solo cuando crecen un poco o pierden a algún miembro de la familia, recién caen en la cuenta de la importancia de ese miembro de la familia y de esas reuniones.
     
     Decorar la casa, la oficina, la habitación o el escritorio es algo que, con la adultez, se va convirtiendo en un ritual catártico y necesario. Algo que tampoco los niños pueden valorar desde la misma perspectiva. Para un niño, poner una bola en un árbol es solo eso. Para un adulto, implica un viaje en el tiempo, una recolección de recuerdos que la memoria se encarga de refrescar con velocidad y facilidad sorprendentes. 
     
     A pesar de todo lo que se dice, ser adulto no siempre es malo. Soy un fiel creyente de la idea de que uno no debe dejar de ser niño nunca, y que mirar la vida con ojos de niño siempre va a ser mejor que mirarla con ojos de adulto. Pero, ahora que soy adulto, la Navidad la veo mejor: la veo con ojos de niño, pero con mirada de adulto. 
     
     Feliz Navidad.
     
     Pues eso. 
     
     

sábado, 1 de noviembre de 2014

MORIR CON DIGNIDAD

Mientras tú estás pensando en qué disfraz usarás esta noche en tu fiesta de Halloween o con quién vas a salir a bailar, Brittany Maynard, una joven de 29 años, está tratando de decidir cuándo se va a suicidar. Sí, es cierto: se va a suicidar. Brittany, con la asistencia de un doctor, disolverá mil pastillas en agua, la beberá en presencia de sus seres queridos y luego, como quien se va a dormir, morirá tranquilamente en presencia de su familia.
     Inicialmente, su muerte estaba planificada para mañana, 1 de noviembre, pero hoy, Brittany, en un vídeo que se puede encontrar en internet, anunció que "todavía me siento lo suficientemente bien, todavía tengo la suficiente alegría (...), así que creo que este no es el momento adecuado". A pesar de haber postergado la fecha, la joven Maynard ha recalcado que el día del suicidio va a llegar, porque el progreso de la enfermedad que padece es incontrolable y sus síntomas van empeorando con el paso de los días.
     Algunas preguntas se presentan: ¿por qué se va a suicidar?, ¿qué enfermedad padece?, ¿es legal lo que está haciendo?, ¿es un acto de exhibicionismo?, ¿es nuestro derecho, como seres humanos, controlar nuestra propia muerte? 
     Vamos por partes.
     Hace poco más de un año, Brittany se casó con Dan Díaz, quien la apoya completamente en su decisión. La pareja de recién casados buscaba tener hijos con la mayor brevedad posible, hasta que el 1 de enero de este año, debido a los fuertes dolores de cabeza que Brittany había comenzado a sentir, decidieron ir al hospital. El diagnóstico no podía ser peor: glioblastoma multiforme (¿qué?, ¿cómo?), la forma más agresiva de cáncer en el cerebro. Los planes de cambiaron radicalmente: "no puedo traer un niño al mundo sabiendo que no va a tener madre", fue la explicación de Brittany a la NBC, hace unos días. Para controlar la enfermedad, se vio obligada a recibir un tratamiento, que incluye, entre sus efectos colaterales, la hinchazón del rostro y el incremento del peso. La apariencia de Brittany ha cambiado mucho a causa de la enfermedad si se la compara con las imágenes que se pueden ver en las redes sociales abrazando a su perro o el día de su matrimonio.
     A inicios de este mes, en un vídeo que le ha dado la vuelta al mundo, Brittany anunció que había escogido el día 1 de noviembre como la fecha de su muerte, dos días después del cumpleaños de su esposo. El vídeo, como era de esperarse, se ha convertido en viral y ha motivado reacciones a favor y en contra, reabriendo el debate respecto al control que pueden o no pueden tener las personas sobre su propia muerte. 
     Para llevar a cabo su plan, Brittany y Dan han tenido que mudarse de su natural Oakley (California) a la ciudad de Portland, en el estado de Oregon, ya que este es uno de lo cinco estados junto con Washington, Montana, Nuevo México y Vermont donde la práctica del suicido asistido es legal. Han tenido que pasar por todas las incomodidades naturales de la mudanza, además de hacer los engorrosos trámites que certifiquen a Brittany como residente de Portland. 
     Sería bueno establecer la diferencia entre la eutanasia (buena muerte, en griego) y el suicidio asistido. La diferencia principal es que en la eutanasia es un doctor quien suministra la dosis mortal, mientras que el suicidio asistido (Muerte con Dignidad, en Oregon), es el mismo paciente, bajo la supervisión de un profesional de la medicina, quien consume los medicamentos previamente prescritos por un especialista. La primera es legal solamente en Holanda, Bélgica y Luxemburgo, mientras que la segunda se acepta en lugares como los estados ya mencionados en Estados Unidos, en algunos lugares de Canadá y en Suiza, por poner algunos ejemplos. 
     Hace pocos días, Brittany cumplió con el último ítem su "bucket list" (lista de cosas que uno desea hacer antes de morir). Su último deseo era ir al Gran Cañón. En Internet se puede encontrar con facilidad las fotografías de este viaje en donde se la puede ver besando tiernamente a su esposo, y sonriendo al lado de su familia. Fue la misma joven quien contó en su blog que en este mismo viaje tuvo quizás la peor de sus convulsiones y que, además, no pudo recuperar el habla por varias horas, sintiendo una desesperación indescriptible por no poder pronunciar el nombre de su esposo. Brittany considera que someterse a todos los tratamientos que exige ser un paciente de cáncer cerebral sería doloroso no solo para ella, sino también para las personas que ella ama. 
     Bajo el eufemístico título de "Muerte Digna", la organización Compassion and Choices y Brittany Maynard buscan extender por todos los Estados Unidos las leyes relacionadas con esta práctica. El debate ha comenzado y los religiosos y defensores de derechos humanos han puesto el grito en el cielo. Es quizás un debate que no tenga cuando acabar, y un tema sobre el cual cada uno tiene una opinión diferente, lo cual hace que llegar a un consenso sea una tarea prácticamente imposible.
     Brittany no morirá mañana ni pasado mañana, pero morirá. Respeto y apoyo su decisión. Lo he pensado mucho y creo que, si yo estuviese en su lugar, haría exactamente lo mismo. Pienso que la familia sufre más, y carga con un peso (así es aunque no nos guste reconocerlo) que el enfermo no quiere imponer. 
     Falta muchos años, quizás décadas, para que el Perú se comiencen a discutir estos temas, pero no es una mala idea comenzar a reflexionar sobre ellos y sobre su impacto en la sociedad, dejando de lado romanticismos innecesarios como las religiones o los derechos humanos. Morir es parte de la vida es un derecho tan humano como cualquier otro. En vez de presenciar en televisión casos salvajes de personas que tienen diez o quince enfermedades y seguir creyendo que regalándoles cocinas, refrigeradoras o muebles, su situación va a mejorar en algo, debe comenzar a considerarse la posibilidad de una ley que facilite, bajo reglas sumamente cuidadosas y estrictas, prácticas como la Muerte con Dignidad.
     Brittany Maynard, buena suerte y muchas gracias.
     Y ustedes disfruten su fiesta de Halloween

     Nada más.

                                   
                                                      Viernes 31 de Octubre de 2014. 

  






      

 


viernes, 10 de octubre de 2014

ELLA ES MALALA

Dicen que la realidad supera a la ficción. Yo creo que es verdad. Una prueba de esa afirmación es la maravillosa historia de la paquistaní Malala Yousafzai.
Hace dos años exactos, el 9 de octubre de 2012, un terrorista talibán subió a un bus, dispuesto a asesinar a Malala, niña de apenas quince años en ese entonces. El talibán, luego de identificar a su víctima, le disparó sin compasión. Luego de ejecutar varios disparos, y convencido de haberla asesinado, el terrorista, simplemente, se fue. 

     La bala que le causó mayor daño a Malala fue la que entró por debajo de su ojo, destruyéndole la mitad del rostro y rozando su cerebro, aunque, milagrosamente, no logró impactarlo. Sí: a pesar de que suena inverosímil, Malala sobrevivió el ataque. La trasladaron al hospital Queen Elizabeth, en Birmingham, donde le destaparon los sesos y los tuvo expuestos todo el tiempo que su cerebro se tardó en deshincharse, a causa del ataque. 

     Los médicos británicos lograron lo que parecía imposible: reconstruyeron el 88% de su rostro. Hoy, a pesar de que se notan algunas secuelas del disparo, sería muy difícil creer que fue víctima de semejante salvajismo y que la mitad de su rostro fue desfigurado. 
Lejos de rendirse, la valiente Malala comenzó a escribir su libro, que es un éxito de ventas a nivel mundial (está traducido al español), y que, paradójicamente, no pudo ser presentado en su país natal, Paquistán. El nombre del libro es "Yo soy Malala", y cuenta, con prosa ágil y conmovedora, todos los detalles de la terrible lucha que ha enfrentado esta joven desde que tenía diez años de edad. 

     Pero, ¿quién es Malala Yousafzai? 
     Algunos dicen que es una activista. Otros dicen que hace política. Unos cuantos la califican como bloguera. Para mí es una heroína. 

     En el año 2008, los talibanes tomaron su localidad, Míngora, imponiendo, con la mayor crueldad posible, sus ideas extremistas. Condenaron a los músicos, condenaron a los que se reían, condenaron a los que veían televisión, condenaron a los profesores, condenaron a las que jugaban con muñecas y también condenaron que las mujeres estudien en las escuelas, amenazando a maestros y niñas de muerte. Entraban a cualquier lugar y comenzaban a golpear, a torturar, a fusilar y, como si no fuera suficiente, exponían los cadáveres como amenazas sangrantes. El mensaje estaba bastante claro: o hacías lo que los talibanes querían o tú y tu familia morían de la forma más sangrienta posible.

     Entonces, la cadena BBC de Londres comenzó a promocionar el blog de una mujer cuyo nombre era Gul Makai. En el blog, Makai exponía al mundo la terrible vida que tenía que llevar en medio de la temible ocupación talibana. El blog se hizo popular y cobró notoriedad, haciendo que los ojos del mundo se volteasen hacia esa zona del mundo. No se tardó en saber que Gul Makai era nada menos que Malala Yousafzai, que en ese entonces tenía apenas trece años. Los talibanes juraron asesinarla. Fallaron la primera vez. Han jurado que van a seguir intentándolo hasta que lo consigan, aunque la residencia de Malala y la de su familia está en Birmingham, Inglaterra, la misma ciudad donde le salvaron la vida. 

     En mayo de este año luchó por la liberación de jóvenes nigerianas, que habían sido secuestradas cuando estudiaban, por un grupo islamita que considera que la educación de las mujeres es un pecado abominable, confirmando su rol mundial como defensora del derecho universal de las niñas a recibir educación en cualquier parte del mundo. 

     Hoy, por la mañana, Malala ha recibido el Premio Nobel de la Paz, el cual se añade a su sorprendente palmarés de premios humanitarios alrededor del mundo, entre los que resaltan el Simone de Beauvoir, de Francia, o el de UNICEF de España, todos ellos por su incansable labor en bien de las niñas en el mundo. 
     A los 17 años de edad, Malala es la persona más joven en ganar el Nobel de todos los tiempos. 

     Esperemos que la concesión del Premio de la Academia Sueca no sea una presión para la humilde paquistaní. Al contrario: contemos con que será una motivación más, para que el número de niñas en el mundo puedan acceder a la educación se incremente y las barreras entre hombres y mujeres sigan cayendo, no solo en el mundo occidental, sino en el resto del planeta. 

     Lo mínimo que se puede hacer es difundir la historia de Malala, y ensalzarla por encima de una sociedad -como la peruana- que se va diluyendo en medio del consumismo y del culto al cuerpo, haciendo que los niños y jóvenes sean conscientes de la realidad mundial, más allá de sus colegios y sus familias. 

     Depende de nosotros. 
     Tal cual. 


NOTA: Recomiendo ver el siguiente documental producido por el New York Times.

http://www.nytimes.com/video/world/asia/100000001835296/class-dismissed.html

martes, 7 de octubre de 2014

MIS PREMIOS NOBEL FAVORITOS

La Academia Sueca anunciará este jueves 9 de Octubre al ganador del Premio Nobel de Literatura de este año. A propósito de esta fecha tan importante (para mí y para cualquier lector contemporáneo verdadero), he decidido elaborar una lista con mis ganadores favoritos de años anteriores. Creo que los escritores que voy a recomendar tienen que ser leídos, debido a que sus obras no solo revelan la imaginación envidiable de cada uno de ellos, sino que, al mismo tiempo, reflejan diferentes realidades políticas, sociales y culturales en distintos tiempos y en distintas partes del mundo. 

1. Mario Vargas Llosa. 

        Ganador del Premio a los 74 años de edad, cuando él mismo había perdido la esperanza (y seguramente la ilusión de ganarlo). Es más, el día que recibió la llamada, en Nueva York, que le anunciaba su triunfo, él estaba convencido de que se trataba de una broma de mal gusto, y solo lo creyó cuando vio el anuncio por televisión. 
        Para muchos el premio se le debió haber concedido hace ya varios años, en la década del ochenta, pero muchos afirman que su fuerte postura liberal y capitalista evitaban que la Academia le entregase el Nobel, ya que esta última tiene fama de tener preferencia por escritores de izquierda, como Neruda, por ejemplo. 
       Aunque muchos han leído a Vargas Llosa en el colegio (a mí nunca me hicieron leerlo), estoy seguro de son muy pocos los que son capaces de apreciar la calidad innegable de este hombre nacido en Arequipa en 1936. En uno de los miles de artículos que se escribieron sobre él, alguien dijo que había sido capaz de hacer algo que poquísimos escritores han conseguido: escribir cinco obras maestras, que son las que voy a recomendar ahora. Recomiendo, también, que sean leídas en el orden en el que aparecen aquí:

a. La Fiesta del Chivo: Las historias de Cabral, Urania y compañía quedan son inolvidables para el lector. Magnífica novela histórica.
b. La Tía Julia y el Escribidor: Varguitas y el entrañable Pedro Camacho se alternan para transportarnos al abracadabrante mundo vargasllosiano.
c. La Ciudad y los Perros: ¿Fue el Jaguar o no?, la gran pregunta de la novela. 
d. La Guerra del Fin del Mundo: Enorme injusticia no haberle dado el Nobel justo después de haber publicado esta novela.  
e. Conversación en la Catedral: El mejor libro de Mario. Perfección, exactitud, magia. No podría haber sido escrita de otra forma. La he leído catorce veces: la leería cien veces más. 

       Hay que leer a Vargas Llosa. Después de leer sus novelas, los ojos cambian: se vuelven más críticos, más sagaces, más inteligentes. Pero, cuidado, hay un precio en ello: también se vuelven menos felices. 

2. Orhan Pamuk.

        Cuando a Pamuk le entregaron el Nobel en el año 2006, apenas tenía 54 años. Para algunos era muy joven para ganar el premio. Felizmente, Orhan, con su trabajo, su calidad y su constancia les demostró a sus detractores que eso era mentira: no podrían habérselo dado en un mejor momento. Recuerdo que su discurso en el banquete del 10 de diciembre del 2006 (el vídeo se puede encontrar en YouTube o en la página nobelprize.org) es uno de los más hermosos que he escuchado, a pesar de su corta duración -5 minutos).
En él, responde a la pregunta que les hacen a todos los escritores: ¿por qué escribes? Su respuesta es de las más deslumbrantes que he escuchado y las lágrimas que no puedo evitar contener cada vez que veo el vídeo me hacen recordar que mi vida no sería la misma si Orhan Pamuk no hubiese irrumpido en ella por medio de Kemal, Negro o Ka, algunos de sus personajes. 
Hay tres novelas y un ensayo que recomiendo fervientemente y tienen un carácter casi bíblico para mí. Todas están traducidas al español y se pueden encontrar en casi cualquier librería a precios cómodos.

a. El Museo de la Inocencia: Cuando las personas me preguntan qué historia de amor les recomendaría leer, jamás dudo que esta es la elección correcta. Füsun, Kemal y su amor descontrolado y peligroso entran a la vida del lector y nunca la abandonan.

b. Nieve: Thriller político en el que acompañamos a Ka, periodista que retorna a su lugar de origen para investigar una serie de suicidios. La novela, como todas las de Pamuk, tiene romance, emoción y una necesaria dosis de muerte.

c. Me llamo Rojo: Después de leer esta novela, el lector tiene la certeza absoluta de que los colores, las formas, los animales y las pinturas tienen vida propia y tienen mucho que decir. El asesinato de un miniaturista desencadena esta novela que ha ganado numerosos premios. Hermosa. 

d. El Novelista Ingenuo y el Sentimental: Este ensayo fue escrito para las conferencias que se organizan en la Universidad de Harvard desde 1925, en las que han participado escritores como Italo Calvino o Jorge Luis Borges. Esta es una lectura para aquellos que quieren profundizar su entendimiento sobre los mecanismos de la novela, así como su construcción. Pamuk usa como ejemplos grandes novelas de la literatura universal: Anna Karenina o La Montaña Mágica. Para especialistas.

        El discurso de aceptación del Premio Nobel del año 2006 de Orhan Pamuk lleva por título "My father's briefcase" (El maletín de mi padre). Solo leer ese discurso (buscarlo en la página web arriba mencionada) convencerá a cualquier persona de leer sus novelas. 

3. José Saramago.

Cuando Saramago publicó su primera novela, la aceptación fue poco menos que nula. Nadie le prestó atención. El joven Saramago no se rindió, pero tampoco insistió. Dejó de escribir. Años más tarde, luego de obtener el Nobel, en 1998, le preguntaron por qué había dejado de escribir durante tantos años. "No tenía nada que decir", fue su genial respuesta. Murió a los 98 años y dejó novelas deslumbrantes. Su capacidad para escribir sin utilizar la gran mayoría de signos de puntuación (hay que leerlo para entender lo que digo), es una proeza casi imposible de imitar.

a. Ensayo sobre la ceguera: La epidemia de luz blanca se apodera de un pueblo sin nombre. Nadie puede ver. Solo lo peor se puede esperar. Y solo lo peor sucede. Aunque hay alguien que se ha salvado. La única esperanza.

b. El Hombre Duplicado: ¿Qué haría si prende la televisión y ve a alguien exactamente igual a usted? Su mismo rostro, su misma voz, sus mismos gestos. Todo igual. Las respuestas están en esta soberbia novela. Recientemente, salió la versión fílmica basada en la novela.

c. El Evangelio según Jesucristo: Hay que leerla sin prejuicios, la única forma en la que una novela se puede leer y, sobre todo, disfrutar. Historia alterna sobre la vida de Jesús, que causó revuelo al momento de su publicación. Memorable la conversación que tienen Dios, el diablo y Jesús.

        Sobre Saramago se puede decir mucho, muchísimo. Fue un genio. Escribió muchísimo. Militante del Partido Comunista, no solo dedicó sus días a la literatura, sino también a la política. Sus libros generan adicción. Una buena adicción.

        La literatura es una forma de vida. No es un hobby. No es algo que se hace cuando no hay nada más que hacer. Para el lector, los libros son como el oxígeno o la comida: necesarios para seguir viviendo. Esto solo es posible gracias a los escritores y a sus novelas. Aquí he mencionado solo tres y he hablado solo de algunos de sus libros. En futuros posts trataré de escribir con mayor detalle acerca de ellos.

Nada más. 






sábado, 4 de octubre de 2014

MALAS ELECCIONES

Mañana hay elecciones. El pronóstico es uno solo: desastre. Esa burda creencia de que la voz del pueblo es la voz de Dios nos obligaría a pensar que Dios es un señor muy ignorante y completamente descalificado para la política. El Perú ha demostrado que su voz es ignorante, desinformada y vergonzosa. Los ejemplos sobran: Lima, la capital habitada por personas que se creen superiores a las de las demás regiones, tiene que escoger entre Castañeda y la campaña más barata de la historia del país, Villarán y su insufrible chalina verde, Heresi y sus horripilantes canciones, Altuve y su "huevo" de obras, Sánchez Aizcorbe y el parapente (?) y el desconocido que pensaba ganar votos haciendo el Ice Bucket Challenge, retando a Humala, Castañeda y Villarán. Todos sabemos quién va a ganar. 
El segundo ejemplo -y el más indignante- es el de Cajamarca. ¿Puede un pueblo ser tan inverosímil? Ni Macondo ni Yoknapataupha, ambos pueblos inventados por García Márquez y Faulkner, respectivamente, pueden ser tan irreales como la ciudad cajamarquina. El brutal e innegable retraso que ha sufrido la ciudad a causa del "Conga no va" parece no ser suficiente prueba de que Gregorio Santos es un tumor, un quiste asqueroso que tiene que ser extirpado a tiempo de la política peruana, porque, de lo contrario, en no muchos años, ese infeliz podría convertirse en el próximo presidente del Perú. Gregorio Santos va a ganar las elecciones regionales en Cajamarca estando en prisión y cargando en sus hombros el peso de numerosas muertes, avalado por una horda de ciegos, que creen (como muchos en el Perú) que aquel que dice no a todo es el hombre correcto para dirigir al pueblo. Solo un milagro podría salvar a los cajamarquinos, y al Perú, de que Santos tenga el poder durante los siguientes cuatro años y continúe empobreciendo su región, y al mismo tiempo, el resto del país, diciéndole no a la minería legal, la cual representa un altísimo porcentaje del PBI del país. 
César Acuña, seguro ganador en La Libertad, dice que se siente satisfecho con el Fallo de la HALLA. Y no lo dice en la sala de su casa, con sus amigos. Lo dice en Twitter. Luego, no contento con ello, el caricaturesco Acuña afirma que nunca lee ni escribe, pero, contradiciéndose, cita -también en Twitter- al escritor uruguayo Mario Benetti (!). Tendríamos que recordar que es dueño de una universidad, pero eso en La Libertad no le importa a nadie, y, a pesar de tanta estupidez (o quizás por eso) va a ganar las elecciones en primera vuelta. 
Un caso similar se vive en el Cusco, donde los dos principales candidatos son hombres de probado descaro e incuestionable falta de calidad humana. Benicio Ríos aparece en la televisión cusqueña, pero no como entrevistado, ni presentando sus propuestas a la población. No. Ríos aparece en televisión porque su juicio por subirse el sueldo arbitrariamente cuando era alcalde de un distrito, está siendo transmitido en señal abierto. Ignorante peligroso, Ríos amenaza ganar las elecciones, aunque no lo hará en primera vuelta. De eso no caben dudas. Su rival más cercano se llama Julián Inca Roca. Hombre regordete y con cara de resentido, se ha pasado toda la campaña tratando de explicar cómo su madre, humilde vendedora en un mercado del Cusco (todo bien hasta ahí), tiene más bienes que cualquier empresario que haya trabajado durante toda su vida 24 horas al día. Además, le han dado un espacio en la televisión -parecido al que tenía Chávez en Venezuela- en el que contesta preguntas del público y se presenta como el serafín de las buenas costumbres, como el angélico hombre que salvará al Cusco de tan malos gobernantes previos. La ciudad cusqueña recibe cerca de tres millones de turistas al año. Sin embargo, es una ciudad, sucia, fea y desordenada, en la que todos los esfuerzos se han concentrado en el centro de la ciudad: en su embellecimiento, en su seguridad, en su limpieza. Pero, diez minutos más allá del centro de la ciudad, uno se encuentra polvo, pistas destruídas, edificios a medio construir, basura en las esquinas. ¿Alguno de estos hombrezuelos podrá salvar a los cusqueños de esta situación? Lo dudo. Es más: sé que no. 
Mañana hay elecciones y las ciudades más importantes del país están condenadas a ser gobernadas por truhanes. No es culpa de ellos. Es culpa de nosotros. Pero, en el Perú, ya nada importa. El Perú donde un Secretario General de las Naciones Unidas (Pérez de Cuéllar), un Premio Nobel (Vargas Llosa) y un exfuncionario del Banco Mundial (PPK) fueron derrotados por un corrupto, un borracho y un ignorante. El Perú de Esto es Guerra. 
Pero, mientras haya gente que quiera cambiar esta situación no todo está perdido. Todavía queda un poco de esperanza.
Solo eso.